El incansable Chema Martínez

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Más de 16 años al servicio del atletismo haciendo lo que más le gusta. Chema Martínez se pasó casi dos décadas desgastando el asfalto de las calles y las pistas de los estadios de todo el planeta para intentar cumplir sus sueños y hacer volar a los aficionados con sus éxitos. Hoy lo sigue haciendo, como un runner más.


Su carrera profesional dio comienzo en 1995 y, aunque no fue internacional hasta un año después, en esos meses logró colgarse la plata en la media maratón de España. Tenía tan solo 24 años cuando comenzaba a dejar claro que su objetivo era convertirse en uno de los mejores fondistas de la historia de nuestro país.


Su primera gran participación llegó en 1999, cuando disputó el Mundial de Sevilla en la prueba de 10.000 metros. Quedó en décimo noveno lugar pero, por aquel entonces, le bastaba únicamente con llegar a codearse con los mejores del mundo. Poco a poco, el madrileño fue mejorando y se empezó a marcar retos mayores. Dos años después, en la misma prueba y en el mismo campeonato, con la ciudad de Edmonton como testigo, Chema consiguió acabar décimo segundo.

Nadie dudaba que en el mundo existían corredores de un gran nivel, pero donde Chema daba lo mejor de sí era en el viejo continente. Muy pocos fondistas europeos podían equipararse a su nivel, un hecho que demostró el año siguiente en el Europeo de Múnich. Chema Martínez logró la medalla de oro convirtiéndose en campeón de Europa de los 10.000 metros con una marca de 27:48.65, su mejor registro hasta ese momento.


No obstante, su récord en la prueba llegaría en 2003, en Pontevedra, cuando paró el crono en 27:30.56. Una auténtica barbaridad. Chema estaba pletórico y quería llegar a los Juegos Olímpicos de Atenas de la mejor forma posible, por lo que realizó una preparación fantástica que no pudo materializar en una medalla, pues se quedó a tan solo 52 centésimas de lograr un diploma olímpico. El francés Ismaïl Sghyr le superó con una marca de 27:57.09 en lo que supuso una gran decepción, ya que si hubiera marcado el crono como en Pontevedra hubiera quedado sexto, justo por detrás de Haile Gebrselassie.


A partir de ahí, Chema intentó mejorar su resistencia y se dedicó más profundamente a la maratón que a los 10.000. No obstante, en los campeonatos de Europa de Gotemburgo de 2006 volvió a correr su prueba fetiche; a pesar de que no pudo revalidar su título acabó segundo y pudo morder la plata. Meses después, en el Mundial de Osaka de 2007 mejoró su mejor posición mundial y acabó el décimo, una motivación extra que en los Juegos Olímpicos de Pekín llegara, al menos, un diploma.


Aun así, Chema no pudo lograrlo. La maratón de Pekín le situó como el mejor español gracias a su décimo sexta posición, un resultado que no le pudo acercar ni a las medallas ni a los diplomas. Dos años después, Chema lograría la medalla de plata en el Europeo de Barcelona, siendo éste su último gran éxito.

No en vano, quizá su gran espina se le clavara en 2012, cuando se decidió que en los campeonatos del mundo de Helsinki no habría prueba de maratón. Ya en el ocaso de su carrera, Martínez no fue capaz de clasificarse para representar a España en los Juegos Olímpicos de Londres.


Pese a todo, y más allá de resultados, nadie puede poner en duda que Chema Martínez ha sido uno de los mejores atletas españoles de la historia, cuya contribución al atletismo va más allá de títulos y reconocimientos. Como él mismo dijo en el número de marzo de Revista Minuto 116, su mayor éxito es seguir recogiendo el cariño de la gente allí por donde va.

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